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En La Primera Luz, en 1859,sintetizó el pasado de Galicia para ponerlo al servicio del proyecto de toma de conciencia nacional entre los más jóvenes. En 1886 publicó un manual escolar titulado Los Precursores, donde abordaba una veintena de biografías de literatos – entre ellos Rosalía de Castro – que habían participado en el resurgir de las letras gallegas. La obra los mitifica y los eleva a la categoría de héroes que, en clave positivista, no eran ya guerreros ni monarcas, sino intelectuales, artistas y literatos. Su proyecto más ambicioso fue la publicación en cinco volúmenes – que abarcaban desde la Prehistoria hasta el siglo X – de una documentada Historia de Galicia entre 1865 y 1913, en la que, en clave historicista y apoyándose en el prestigio del método científico, trató de demostrar la existencia nacional de Galicia y su particularidad racial céltica. El pasado era una fuente de conocimiento cuyo descubrimiento y análisis demostraba la matriz céltica de los gallegos, bien diferenciada de la semítica del resto de pueblos ibéricos, incluido el portugués. Su aportación a la historiografía peninsular fue basar estas teorías en el historicismo y en el cientifismo. Galicia era el único pueblo en la Península heredero cultural y racial de las tribus prerromanas celtas. De forma ininterrumpida, los celtas, sin mezcla genética – a excepción del paréntesis de las tribus germánicas suevas –, habían perpetuado sus costumbres, su lengua, su espíritu y su carácter en Galicia, lo que les convertía, en línea con las teorías raciales arianistas de la época en boga en Europa, en un pueblo superior, no contaminado de sangre semita. En base a estos criterios, Galicia estaba conectada íntimamente con otros pueblos celtas del atlántico – citaba La poésie des races celtiques de Ernest Renan de 1854 –, como el irlandés, y poco tenía en común con sus vecinos peninsulares. En el primer tomo de su Historia de Galicia, en las “Consideraciones Generales”, expuso su programa historicista basado en tres pilares: Galicia era una nación porque tenía un volksgeist específico, una raza céltica y una lengua diferente. La supervivencia de la lengua gallega había sido el principal hilo conductor racial a lo largo de los siglos, sin dejar al lado el espíritu, el folklore y las costumbres. Para Murguía, estos factores esenciales, pertenecientes al ámbito del volksgeist y a una concepción naturalista e historicista del tiempo, estaban por encima de la voluntad de independencia, tal y como defendió en 1889 en el artículo “¿Qué es nación?” publicado en el rotativo La Región Gallega. La Historia de Galicia comenzaba con las invasiones célticas, que acabaron con los pueblos precedentes. Ni el imperio romano ni la invasión musulmana provocaron mezclas con los celtas, ni se alteró su contenido racial y cultural. Un cúmulo de circunstancias adversas impidió que Galicia se consolidara como reino en el medievo, quedando integrada en el proyecto unionista castellano que Murguía no rechazaba, siempre que respetara las instituciones y particularidades de las diversas naciones peninsulares. |
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