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Su obra se enmarca en el período de transición del provincialismo, movimiento de tintes regionalistas que reclamaba una mayor atención del Estado central, al nacionalismo gallego, que surgió a finales de siglo y que reclamaba autonomía política y no sólo respeto a las particularidades lingüísticas y culturales. Compartió espacio, tiempo e intensos debates con otros galleguistas, como el catedrático de Derecho Alfredo Brañas – autor en 1889 de la influyente obra El regionalismo –, que vinculó su regionalismo con el tradicionalismo y con la nostalgia carlista por un tiempo perdido, en línea con Bonald, Maistre o Donoso Cortés; y también con Benito Vicetto, autor de una Historia de Galicia entre 1865 y 1873 que compitió en prestigio con el proyecto editorial de Murguía. Sin embargo, ésta era una narración de tintes tardorrománticos, repleta de fragmentos novelísticos, a diferencia del método crítico basado en fuentes documentales que defendía Murguía como el único mecanismo posible para demostrar la existencia de la nacionalidad gallega. Su vía regionalista se enmarcaba en un liberalismo de corte progresista, que con el paso de los años fue supeditándose al proyecto de construcción de una identidad cultural. Portugal fue para el galleguismo – especialmente en el siglo XX y no tanto en el XIX – una referencia en la normalización de la lengua, un ejemplo histórico a seguir y un contrapeso para la hegemonía castellana de la península, con el que además compartían imaginarios históricos, espaciales y culturales. En el caso de Murguía, las referencias a Portugal son tangenciales y están impregnadas por su esquema céltico que atribuía unas condiciones raciales específicas a Galicia. Murguía en su Historia de Galicia definió el idioma portugués como una expresión culta e institucionalizada del gallego. Esta vinculación no respondía a una estrategia de acercamiento político sino a una tentativa de legitimar la lengua gallega en clave comparativa con otra lengua nacional. En abril de 1861, Murguía publicó en el rotativo madrileño El museo Universal una crónica de un viaje a Tuy y Valença, en la frontera que marca el río Miño. Se trata de un texto idealizante del paisaje natural gallego, que encuentra evidentes continuidades con el portugués, si bien marca diferencias caracterológicas y lingüísticas entre las dos poblaciones fronterizas. En el tomo V de Historia de Galicia, publicado en 1913, en línea con su interpretación historiográfica, el pueblo gallego en la Edad Media aparece plenamente identificado y diferenciado de Castilla y de Portugal, en defensa de su individualidad, palpable en la formación efímera del reino de Galicia o en la independencia de Portugal. En conclusión, Murguía fue el máximo exponente del historicismo en Galicia y el artífice de la justificación de las expectativas regeneracionistas y nacionalistas gallegas en un pasado protagonizado por la continuidad racial celta y la supervivencia de la lengua. Su obra principal, Historia de Galicia, jalonada de múltiples alusiones a fuentes documentales, se convirtió, en las primeras décadas del siglo XX, en la referencia historiográfica del nacionalismo gallego al consolidar bajo patrones historicistas su hecho diferencial. |
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