En síntesis, Portugal era un país donde sus habitantes no sacaban partido suficiente a sus potencialidades, en gran parte por culpa de las intromisiones extranjeras, fuera por la corona castellana o por la excesiva influencia británica, que había “alterado notablemente la independencia de este país”. En este sentido, las representaciones de Patxot sobre el Portugal contemporáneo son coherentes con las imágenes históricas de siglos anteriores. La historia de Portugal debía de comprenderse dentro de un modelo dual, en el cual los pueblos de la antigua iberia crecieron y desarrollaron hasta que sufrieron el dominio “interno” castellano, o la presencia extranjera de romanos, godos, británicos o franceses.

A grandes rasgos, las principales ideas sobre la historia de Portugal las expuso Patxot en la Crónica de las dinastías Austríaca y Borbónica, inserto en el volumen sexto de Las Glorias Nacionales (1852-1854), así como en el complemento a Los héroes y las Grandezas de la Tierra (1854-1856) y en su verdadera “Historia General” titulada Anales de España desde sus orígenes hasta el tiempo presente (1857-1859). Entre sus fuentes bibliográficas se encontraban Manuel de Faria e Sousa, el francés Nicolás de Laclede y el español Juan de Farreras, entre otros. Uno de los tópicos más utilizados fue el de la culpabilidad de la soberbia o arrogancia castellana en la política portuguesa. Soberbia y mala política que explicaba la fragmentación de la América hispánica y la débil presencia colonial en el continente africano. En cierto modo, podemos situar el relato de Patxot dentro de un incipiente y difuso iberismo cultural, legitimador de los estados que ampliaban sus mercados y su supuesta misión civilizadora, eje del discurso de la modernidad. En esa pugna, criticaba el monopolio castellano de lo español queriendo borrar la cultura histórica de dos terceras partes de la nación, negando entre otras la historia particular de los lusitanos.

Según Patxot, la historia de Portugal compartía una suerte común con España, en lo relativo a la ocupación romana y el rechazo a la expansión musulmana. Portugal se definía en oposición a Castilla, como lo prueba la victoria de Ourique en 1139, supuesto origen de la monarquía portuguesa. Fruto de su sensibilidad por la cultura constitucional contribuyó al mito fundacional portugués transcribiendo la apócrifa constitución de las cortes de Lamego en 1143 y señaló que merced a ella se basaron para emanciparse de los reyes de España en 1640.

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