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El punto fatídico en la relación de Portugal con Castilla fue el injusto trato dado por Felipe Iº, Felipe IIº y Felipe IIIº de Portugal, en los siglos XVI i XVII, teniendo como contrapunto la resistencia catalana a dicha política centralizadora, que trataba a Barcelona, “la ciudad más libre de España”, y Cataluña – “un país libre metido en una monarquía absoluta” - como si fuera su protectorado. El valido de Felipe III de Portugal, el conde duque de Olivares, “se reía de los portugueses”, mientras que a los catalanes les miraba con un profundo odio. Si bien Felipe Iº de Portugal fue conocido como el “demonio del mediodía”, para Patxot fue “el menos inhumano” comparado con los reyes posteriores. La dureza del trato fue tal que la decadencia portuguesa comenzó cuando “ese reino pasó a ser una provincia de España”, destruyendo su marina militar y mercante. Un tipo de injerencia que volvería a repetirse más tarde con la crisis napoleónica. La indolencia de la monarquía portuguesa y el vacío ocasionado encendió una luz de esperanza en la unión de sus pueblos contra el ocupante. No obstante, la política inglesa fomentó “las antiguas reyertas con España” y el sueño ibérico se frustró. |
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