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COSTA MARTINEZ, Joaquín | |||||||||||||
La principal aportación historiográfica de Costa fue la articulación de una narrativa nacional de corte liberal, desde los pueblos prerromanos hasta los problemas del presente, en clave dialéctica entre decadencia y regeneración y en torno a los males de España, un “patriotismo del dolor” en palabras de Ortega y Gasset. Su “dolor” de España y toda la jerga organicista y médica -dolencia, putrefacción, carcoma, muerte, cadáver, anestesia, cirugía, etc.- se explica también por sus propias dolencias físicas, relacionando no pocas veces su estado de salud personal con el de la nación. Durante la crisis colonial del 98 se convirtió en el intérprete por excelencia de los problemas de España. La noción de decadencia estaba plenamente arraigada en la intelectualidad española durante todo el siglo XIX, pero Costa la elevó en obras como Mensaje y programa a la Cámara Agrícola del Alto Aragón de 1898, Quiénes deben gobernar después de la catástrofe de 1900, Reconstitución y europeización de España de 1900y significativamente en Oligarquía y caciquismo de 1902 -resultado de unas conferencias impartidas en el Ateneo de Madrid, donde Costa presidía la Sección de Historia, iniciadas el 14 de junio del año anterior- a categoría de problema esencial que comprometía la continuidad de la nación. Su nacionalismo español aplicado a la Historia estuvo sujeto al desarrollo de su planteamiento político regeneracionista. Su ataque directo a los oligarcas y a los caciques provocó su marginación de las esferas políticas y sus ideales de regeneración se fueron apagando con su vida. En este sentido, se debatió entre un amplio programa de reformas de diverso alcance y entre una discursiva derrotista en la que relacionaba la decadencia española con una cuestión de carácter, de alma nacional o de psicología colectiva, nociones que continuaría Rafael Altamira. Ideas como la “muerte” de España y su futura “resurrección” de las manos de un “cirujano de hierro” -ampliamente extendidas en la cultura europea de la época y también en el Círculo dos Vencidos da Vida, en Oliveira Martins y en otros republicanos portugueses cercanos a la ILE-, fueron utilizadas tras su muerte para legitimar las dictaduras de Miguel Primo de Rivera y de Franco, lo cual no fue responsabilidad de Costa, muy activo durante toda su vida con el republicanismo y contra el sistema oligárquico, pero cuya vinculación anacrónica le identificó con soluciones autoritarias y con el caudillismo. Además, cuando hizo apelaciones al “hombre providencial”, al “cirujano de hierro” o al “escultor de pueblos”, se refería al Cid, Viriato, Cavour, Bismarck, Washington o Cromwell, líderes de las revoluciones que anhelaba para España: la unidad peninsular y la democrática. Es decir, pensaba en un “guía de la nación” pero no un dictador del Novecientos. |
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