Refrendó el sistema con la Constitución de 1876, de tendencias moderadas: sufragio censitario, restricción de la libertad de imprenta o cátedra, confesionalidad del Estado, y presentada como una vuelta al orden tras el Sexenio. El partido conservador dirigido por Cánovas y el progresista de Sagasta se alternaron pacíficamente en el poder a través de unos procesos electivos marcados por la influencia de los caciques locales y la manipulación de resultados. Cánovas presidió el Consejo de Ministros en 1875-1879, 1879-1881, 1884-1885, 1890-1892 y 1895-1897. El 8 de agosto de 1897, fue asesinado en el balneario de Santa Águeda (Guipúzcoa)por el anarquista italiano Angiolillo. No dejó descendencia. Su tumba se encuentra en un mausoleo dentro del Panteón de Hombres Ilustres de la Basílica de Atocha, en Madrid.  

Su omnipresencia política en la España de la segunda mitad del siglo XIX fue paralela a su reconocimiento como profesional del conocimiento histórico y como referente intelectual de la interpretación de las causas de la decadencia española. Desde 1860 fue miembro de la Real Academia de la Historia, cuya dirección compaginó con la presidencia del gobierno y el liderazgo de la oposición, constatándose una clara interrelación de poderes, mensajes y prácticas entre las élites políticas y la interpretación nacionalista e institucional de la historia, materializada en el proyecto de elaboración de una historia oficial rankeana –“verdadera” y “científica”- escrita por miembros de la Academia entre 1890 y 1894 bajo la coordinación de Cánovas del Castillo. El proyecto quedó inconcluso y no se llegaron a publicar los números previstos.

El político historiador recibió todo tipo de honores y distinciones, dentro y fuera de su país. Fue miembro de la Real Academia Española (1867), Real Academia de Ciencias Morales y Políticas (1881), Real Academia de Bellas Artes de San Fernando (1882) y Real Academia de Jurisprudencia y Legislación (1882). Presidió varias instituciones culturales y científicas, como la Real Sociedad Geográfica y el Ateneo de Madrid -1870-1874, 1882-1884 y 1888-1897-, espacios de socialización y de ideologización de las élites del país en torno a los principios políticos de la Restauración y a una lectura conservadora, monárquica y católica de la historia de España.

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