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Su trabajo en estas instituciones destacó por poner el conocimiento histórico al servicio de la causa política, institucionalizando un método y una interpretación de la historia concebida como “oficial.” Un objetivo referencial era establecer un relato de continuidad histórica entre el presente y el Antiguo Régimen y la Casa de Austria y, por lo tanto, el Imperio, negando las teorías rupturistas de la historiografía liberal. Cánovas no fue estrictamente un historiador profesional, pero controló los cauces académicos desde el gobierno y la interpretación hegemónica del pasado desde su posición en el Ateneo o en la Academia de la Historia. Para Cánovas el pasado era un campo de exploración de sus planteamientos políticos y un espacio en el que constatar las fuerzas de la Providencia en la construcción del recorrido narrativo de la nación. La Historia se ponía al servicio del uso político y nacionalista. Es por ello que a lo largo de toda su obra historiográfica hay una tentativa general por rescatar el papel benefactor de la monarquía y de la religión en el pasado nacional. La Historia era una maestra de vida y el pasado, una fuente de ejemplos en el que consolidar el modelo presente. Su estilo es narrativo y oratorio. Todas estas precisiones metodológicas las desarrolló en el discurso de contestación a la entrada de Godoy Alcántara en la Academia de la Historia titulado “De la mejor manera de escribir la Historia”, pronunciado en 1870. En él defendía el historicismo y las aplicaciones políticas de la Historia “científica” para el proyecto de nacionalización-regeneración. La función ideológica iba acompañada del enjuiciamiento de hechos y personajes. Había que buscar los errores en el pasado para no repetirlos en el presente-futuro. El historiador sería como los “poetas primitivos”, mezcla de “sacerdocio y magisterio”. En el caso de Cánovas se hace bien palpable que el modelo político no puede entenderse sin la tentativa de institucionalizar el conocimiento histórico, específicamente aquel que exploraba las causas de la decadencia de España y los mecanismos para su regeneración, que pasaban por repensar el pasado nacional y proyectarlo hacia su dimensión imperial. En este ámbito fueron referentes las obras de Cánovas dedicadas al siglo XVII o las conmemoraciones del IV Centenario del Descubrimiento de América, cuya comisión presidió. |
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