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A EQUIPA
CONTACTO
Terminada la guerra civil, rechazó varios cargos políticos (hubiera aceptado la embajada de Lisboa que ya estaba adjudicada al hermano mayor del dictador Nicolás Franco), aunque fue nombrado Consejero Nacional de Educación (1940-44) y presidente del Consejo de Administración de la Agencia oficial de noticias EFE (1940-1965). De igual modo, obtuvo, por concurso de traslado, la cátedra de Historia Universal Contemporánea de la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad Central (30-7-1940), vacante por la jubilación del zaragozano Eduardo Ibarra y Rodríguez. Con un carácter mesurado y prudente, Pabón fue un historiador franquista perteneciente a la familia política de los monárquicos y al grupo de los llamados «liberales» (en 1949, se autodefinió como «redondamente, católico, español y monárquico. Creyente en la Tradición y adversario de la Revolución»). Consecuente con sus ideas acerca de la esencia fundamental de la Monarquía y su legitimidad histórica (providencial y dinástica), entre marzo y diciembre de 1944, cumplió un destierro en Tordesillas (Valladolid) por participar en la campaña de recogida de firmas de adhesión a la persona de don Juan de Borbón. En febrero de 1946, fue uno de la veintena de catedráticos universitarios firmantes del manifiesto de salutación por la instalación de la familia real en Portugal, autorizada por Oliveira Salazar. Y, en los años cincuenta y sesenta, se afanó en lograr un cauce integrador entre el camino de El Pardo y las aspiraciones de los círculos monárquicos de Estoril en cuyo «entorno» destacaban las personalidades de José María Gil Robles y Pedro Sainz Rodríguez.
En ese orden, la magistratura de la cátedra y su decidida apuesta por la colaboración con Franco le hizo formar parte de la «intelectualidad» que «flota[ba] libremente» (Freischwebende Intelligenz, según la terminología popularizada por Karl Mannheim) dentro de la sociedad orgánica de la dictadura. Esto permitió a Pabón disponer de unos «espacios de libertad» que, entre otros privilegios, le sirvieron tanto para restablecer sus líneas de comunicación exterior con alguno de los historiadores españoles del exilio como para obtener los permisos oficiales para realizar sus primeros viajes «políticos» a Portugal. De ese modo, la estancia de un mes durante el verano de 1950 que justificó –según consta en sus expedientes académicos–, «a fin de realizar un estudio en relación con el Colloquium Internacional de Estudios Luso-Brasileños, que se ha de celebrar en el próximo otoño», le sirvió para comenzar a idear una operación política dirigida a conseguir la restauración de la monarquía mediante el nombramiento de don Juan como Príncipe y sucesor. Apoyada por el conde de Fontanar y contando con la intervención del ex-ministro de Hacienda José Larraz López, en 1951, la estrategia fracasó ante la reiterada negativa de Franco a abordar el asunto.
