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CONTACTO
Historiador esencialmente humanista (consideraba fundamental la recuperación del hombre como motor de la historia) y defensor de la llamada historia événementielle practicada por la historia política y la biografía, en su particular reflexión sobre la imparcialidad y la verdad, Pabón consideraba que: «Tomar partido no es renunciar previamente al conocimiento de la verdad, sino averiguarla con rectitud y ponerse a su lado con decisión. Huir de la inhibición “imparcial” no es mentir, sino buscar la verdad y defenderla (…). Y esto no es sectarismo, forma elemental y estrecha de la mentira». Construida la narración sobre la base de una abundante bibliografía, a lo largo del libro estaba muy presente el primero de los grandes temas historiográficos que desarrollaría a lo largo de su carrera: la consideración de Portugal como complemento histórico de la realidad española. Una propuesta de interpretación marcada por la doble tarea histórica y política que suponía, por un lado, continuar el período que «sigue al Portugal Contemporáneo de Oliveira Martíns». Y, por otro, divulgar entre los españoles el conocimiento de la «nación hermana». Frente a las desavenencias y odios de otros tiempos, entendía que, «La comunidad del esfuerzo –que supone la independencia mutua y el mutuo acuerdo– hará siempre de la Península un poder invencible». Las palabras, en ese mismo sentido, pronunciadas por Oliveira Salazar (consideradas «testimonio de verdad») y su frase, «Sé muy bien lo que quiero y adónde voy», le llevó a escribir: «Decididamente, al entrar en la Historia, este hombre gana nuestra simpatía». (La Revolución portuguesa. II, Madrid, 1945, pp. 6-7, 8 y 254).
Profesor encargado con carácter excepcional, durante el curso de 1945-1946, de la cátedra de Historia de las relaciones internacionales en la Facultad de Ciencias Políticas y Económicas de Madrid, publicó Los virajes hacia la guerra (1934-1939). A partir del pacto de Locarno, firmado en octubre de 1925, en este texto, mezcla de historia política de las relaciones internacionales y de actualidad periodística, trazaba los cambios en la política exterior de las cuatro grandes potencias europeas (Francia, Gran Bretaña, Alemania e Italia) que culminaron, en junio de 1940, con el inicio de la Segunda Guerra Mundial. La derrota de Alemania e Italia, le permitía apuntar los problemas planteados en el nuevo orden internacional por el crecimiento de la URSS, la posición hegemónica en las relaciones exteriores alcanzada por Norteamérica, la creación de una Comunidad Atlántica y la compleja situación en la que había quedado Europa al final del conflicto. El libro se cerraba con su opinión acerca de que, el «nuevo edificio internacional se logrará, si logra enlazar a los hombres y a los pueblos que profesan el Cristianismo» (Los virajes hacia la guerra (1934-1939), Madrid, 1946, p. 237).
